Tiyei 2

Más que sólo un arrimón...

Dos experiencias, dos días, una mujer, un hombre de barba y una historia...

Antes de comenzar, deseo aclarar que este relato esta descrito con la colaboración de los dos protagonistas (miembros del grupo)

El primer día será relatado por  él y la segunda parte por ella y, disculpen si el relato es largo pero no se omitirá ningún detalle.

...Pues comencemos ...

Él...

Cierto día quedé con una dama para consensuar algo, la verdad todo salió perfecto, pero eso no es lo que vengo a contar hoy... Solo fue para exponer el contexto previo, que tal vez algunos de ustedes recuerde.

Total, volvimos a acordar para un segundo encuentro ya que, el primero nos dejó muy  picados a los dos. Llegó el dia, llegué al lugar unos minutos tarde; la vi de lejos... ella traía  puesta una falda que mostraba su figura de una forma delicadamente sexy sin rayar en lo vulgar, sin embargo atraía cientos de miradas. Me dispuse a saludarla, respetuosamente me respondió pero, gracias al ligero retraso que tuve ella se incomodó, que a decir verdad, creo que fue un pretexto. Si, un pretexto para decirme, a la hora de abordar el tren, que ella se iría sentada y sería mi castigo por llegar tarde. Ok, lo acepté, ella se sentó a la orilla del pasillo, por mi parte permanecí de pie a un lado de ella, convenientemente colocó su mochila en sus piernas y sus brazos entrelazados, sí, justo a la altura de mi cintura, yo sólo cubrí un poco con mi mochila al hombro, pues entendí el juego, aunque dicho juego no empezó de inmediato pues estábamos al rededor de muchos ojos. Pero no pudo caernos mejor que una señora con grandes bultos llegara y se quedara justo a mi lado cubriendo la visión de los espectadores y fue entonces que comenzó nuestro viaje.

Para iniciar el juego yo fui acercándole mi miembro cerca de su brazo, al principio no se si ella sólo pensaba que era mi mochila lo que sentía, pero al poco tiempo se notó con claridad que esa idea era errónea y su participación fue inminente pues sus dedos rozaban, tocaban, jugaban y apretaban toda mi virilidad, aunado a esto esa expresión en su rostro que, en el momento me dejó sin palabras pues sus  ojos se empezaban a perder entre a medio cerrar de sus párpados y sus pestañas aleteaban como mariposas, su nariz se levanta ayudada por el cuello como queriendo levitar y así poder percibir cada vez mas el aroma que la envolvía y la hacía perder su mirada, por último esa boca dejaba escapar una tenue sonrisa, pero a su vez esas perlas blancas la limitan mordiendo una parte del delicado pero carnoso labio inferior carmesí; aunque ésto no significa nada si no puedes apreciar todo el panorama del momento.

Las paradas del tren se nos hicieron humo, sin darnos cuenta llegamos a nuestro destino, al descender aproveché la oportunidad para darle una nalgada y sentir su  figura, la que entallaba esa falda blanca, su reacción sólo fue una mirada que encerraba pena  y nerviosismo por la peligrosidad de la situación, pero a la vez dejaba ver un poco de complicidad.

Ya en el andén conversamos algunos minutos y se nos pasó el tiempo entre los eróticos roces de nuestras manos para terminar con un delicioso abrazo donde nuestros cuerpos pudieron sentir la excitación mutua y una frase entre leves gemidos y, un susurro al oído "mañana, misma hora, mismo lugar" terminó con nuestro encuentro físico, porque durante toda la tarde nos estuvimos escribiendo y recordando lo acontecido y, de esta forma manteniéndonos inquietos hasta la mañana siguiente

Ella

Debo empezar mi relato recordando una frase dicha al término del primer encuentro:
"Esto es como la droga, se da una prueba para que pidas más"...

Y vaya que sí pues, el segundo encuentro que acaban de leer fue aún más excitante, ya que nos dimos a la tarea de ver hasta dónde podemos ir llegando poco a poco. Los mensajes vespertinos siguieron despertando ese interés, esa ansiedad, ese deseo.

Lo volví a ver tal cual quedamos, ese día yo no iba tan arreglada, en mi trabajo había que estar en el archivo y ya saben cómo es eso. Yo llegué como 10 minutos antes de la cita y mientras lo esperaba el andén se llenaba cada vez más.

En cuánto llegó, me lo comí  con la mirada (como siempre); vestía una bermuda y una sudadera bastante cómodas; se acercó, me  saludó con un beso en la mejilla, se disculpó y bueno, intentamos subir a dos trenes sin éxito. Al tercero pudimos entrar a empujones. Quedamos al inicio del vagón, y cerca de los asientos individuales. Un señor muy amable me cedió el asiento diciendo "órale, siéntese rápido" jeje y yo le obedecí. Mi acompañante se puso vivo y quedó exactamente frente a mi. Esta vez el traía una mochila más pequeña y por lo mismo más manejable.

Mis manos no podían esperar mas, mis dedos ya deseaban tocarlo. Intenté de una y otra forma. Unas veces podía alcanzarlo, otras era demasiado evidente y él me detenía al ver que los curiosos se daban cuenta de mis intenciones.

En eso, frenó el metro y para no irme de lado, mi mano izquierda se aferró a su pierna derecha ... Sentí su piel y fui metiendo mi mano por debajo de su bermuda. Creo que él me dijo algo como... "No, eso no"... honestamente no lo escuché, no quise escucharlo. Mi mano recorrió su pierna, su muslo, su entrepierna, mis dedos rozaron sus testículos y llegué, por fin, a su verga... Oh cielos!! Definitivamente eso debió excitarlo al punto de que, no exagero, comenzó a humedecer mi mano de tal manera que podía acariciar su miembro sin algún roce seco, era increíble sentir de lleno esa polla dura y firme en mi mano.

"Cómo deseo tenerla ya en mi boca" solo eso podía pensar cuando lo miraba y sé que algo me decía, pues movía su boca... Hasta ahora no se qué era. De lo que puedo estar segura es de que él no deseaba que lo soltara. Y, sinceramente no pensaba hacerlo.

Desgraciadamente al metro, en esta ocasión, no se le ocurrió detenerse entre las estaciones y llegamos muy rápido a nuestro destino.

Bajamos y, créanme soy torpe para eso de los arrimones y no supe acomodarme para que, al salir pudiera darse uno. Pueden creerlo? Nos hemos citado 3 veces y ha pasado casi de todo menos un rico arrimoncito, aunque, definitivamente no ha sido muy necesario ja!

Llegamos al andén, al "lugarcito" dónde nos despedimos, sin que antes pudiera meter mi mano, ahora por arriba, y volver a tocarlo. Sacaba y metía mi mano a mi antojo, lo acariciaba, lo masturbaba un poco y él, siempre cuidándome, me detenía cuando los ojos externos notaban ciertos movimientos extraños de mi brazo, de mi cuerpo...

Cuando me detiene yo no dejo de tocarlo, el tipo me encanta!! Aprieto sus brazos, acaricio su barba, beso sus mejillas, manoseo su pecho...

Pero, bueno, llega el momento de despedirnos y quedar para una nueva ocasión. Y ésta tal vez sea algo más, mucho más de lo que ya hemos pasado.

Rony D’Faccio
Ronydefaccio@outlook.com

Comentarios

  1. Una exitante historia, me recordó los arrimones consensuados, sin duda una experiencia única.

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